San José transmisor de las profecías viejo testamentarias .
P. Román LLamas
El Mesías Salvador, prometido y anunciado en el antiguo Testamento, sería hijo de Abraham, hijo de David. En él se cumplirían las promesas y profecías que Dios juró solemnemente a David de darle un reino eterno. Pues bien, San José es el punto de enlace y
de inserción de estas profecías y promesas de Dios, el último e inmediato eslabón de una larga cadena que acaba en Cristo. Es todo el sentido y contenido de la genealogía de Jesús del evangelio de Mateo. Jesús entronca con todos los personajes del antiguo Testamento, a los que Dios ha ido manteniendo ininterrumpidamente las promesas de un futuro Mesías Salvador, por José, que José, por esposo de María, de la cual nació Cristo, es el padre de Jesús.
Que no es el padre natural de Jesús lo dice claramente San Mateo: después de repetir de una manera monótona treinta y nueve: engendró (Mt 1,2-16a); la cadena se rompe bruscamente en el v. 16b; no se dice que José engendró a Jesús, se desplaza la atención hacia María: Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo.
San José en los planes de Dios desempeña un papel de una importancia esencial; sin él no hubiese existido el descendiente de David, realizador de la promesas hechas al Rey. Como dice un exégeta: San José debía darle un nombre, que es una competencia específica del padre. Su paternidad legal no es menos importante para la historia de la salvación que la maternidad de María (Santi Grasso).